Ana María Prieto, natural de Galicia, se mudó a Madrid con apenas nueve años para acompañar a su familia en el desarrollo profesional de su padre. Cuando tuvo edad, comenzó a estudiar Farmacia (carrera a la cual había accedido presionada por su familia), pero al sentirse totalmente extraña en ese ambiente, decidió abandonar sus estudios para comenzar a trabajar como operadora en el teclado, introduciendo códigos binarios en “Bull” (sociedad francesa especializada en la informática profesional).
Aunque el resto de sus compañeros (todos ellos hombres) desaprobaban su interés por temas informáticos, Ana decidió formarse de manera autodidacta en programación, convirtiéndose así en la primera mujer -de la que hay constancia- en programación en España. En sus comienzos como programadora, trabajó con macroordenadores, con enormes lectores de tarjetas y cintas magnéticas.
Su ímpetu por aprender ayudó a que Ana escribiera código en COBOL y en lenguaje de máquina. Además, enseñó a futuros programadores y comenzó a estar presente en ferias tecnológicas, hecho muy relevante pues mostró a la sociedad la figura de la mujer en el ámbito STEAM, lugar todavía hostil para las figuras femeninas.
Aunque Ana hizo caso omiso a estas “recomendaciones”, dejó su trabajo para volver a su tierra de origen con su familia y su novio. En Galicia, estuvo durante algún tiempo trabajando en la Caja de Ahorros de Santiago con máquinas Philips e IBM, pero al nacer sus hijos abandonó su pasión para dedicarse al cuidado del hogar. Tiempo después, regresó, siempre en las sombras, a la programación, gestionando el ordenador de la empresa de su marido a la misma vez que atendía el hogar.
Pese a su gran labor, la historia de esta pionera no fue reconocida hasta después de su muerte en 2018, cuando fue homenajeada por el Colegio de Informática de Galicia.